Viene bien repetirlo cada tanto. La audiencia se renueva. Aunque la estupidez del argento medio no.
“Desde el punto de vista económico, hay dos
clases de personas: las que tienen un sobrante y las que padecen un faltante de
recursos. Los ricos y los pobres. La meta de todo sistema económico es que haya
cada vez menos pobres y cada vez más ricos.
Pero hay dos caminos para buscar esta meta. Uno
es crear condiciones para que a los ricos les sea negocio invertir el sobrante
en su país, de modo tal que, al hacerlo, generen nuevas fuentes de trabajo para
los pobres, reduciendo así su número hasta que todos o casi todos ellos crucen,
finalmente, la barrera que los posterga. Cuando la gran mayoría de los pobres
de un país pasa a tener un sobrante, ese país deja de ser subdesarrollado para
integrar el lote de los desarrollados.
Recorrer este camino es la propuesta del
capitalismo . De los Estados Unidos a Japón, de Suiza a Australia, de Canadá a
Francia, el capitalismo ha sido el camino del desarrollo económico. Países como
Polonia, Corea o Israel están por completarlo. Países como China, Chile y
México lo han iniciado.
Pero el camino capitalista tiene un problema:
como es largo porque debe beneficiar primero a los ricos y sólo después, a
través de sus inversiones, a los pobres, requiere tiempo. Aun si la Argentina
lo iniciara resueltamente, cosa que no ha hecho, necesitaría más de veinte años
para llegar al nivel de la España en crisis. Aunque algunos de ellos podrían
conocer rápidamente las primicias de la prosperidad, la mayoría de los
argentinos vivientes tendría que esperar. ¿Quién los dotaría de tanta paciencia?
El desaliento ante la larga espera del
capitalismo explica la irrupción del populismo . En un país donde hay pocos que
tienen un sobrante y muchos que padecen un faltante, la fórmula del populismo
es aliviar en poco tiempo a los que están peor transfiriéndoles de inmediato
los recursos de los que están mejor. Esta colosal transferencia de ingresos,
que se logra con impuestos y subsidios, alivia por un tiempo a los pobres pero,
al bloquear los negocios de los ricos, los induce a no invertir y a enviar lo
mucho o poco que les queda al exterior, en busca de algún país capitalista.
Si bien mejora en una primera etapa la suerte
de los pobres, el populismo se queda al poco tiempo sin recursos debido a la
deserción de los ricos. En una segunda etapa, por consiguiente, los pobres
tienden a multiplicarse. En el largo plazo, el país sometido a la fórmula
populista se convierte en una inmensa fábrica de pobres, demandando cada día
más asistencialismo y logrando cada día menos inversiones.
De Cuba a Corea del Norte, de Egipto a Camboya,
de Bangladesh a Irak, los países populistas se siguen hundiendo en el
subdesarrollo.”
lunes, 22 de febrero de 2016
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1 comentario:
Es duro, politicamente incorrecto, pero lamentablemente, el mundo funciona así.
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