El historiador Paul Johnson califica a veces a sus personajes de "haters" , (odiadores). Esta palabra, que no existe en el diccionario inglés ni en el castellano, se aplica perfectamente a más de un protagonista. A la inversa del "pacificador", cuyo método es acordar para sumar voluntades, el objetivo absorbente del "odiador" es doblegar a sus rivales. Poco le importa que en el terreno de batalla quede un tendal. Poco le importa que el país se divida en facciones, porque lo que tiene en vista no es el "bien común", sino el "bien exclusivo" de su estrecha victoria.
Por eso el odiador divide a los demás en dos categorías: los enemigos y los colaboradores. A los enemigos busca "ponerlos de rodillas". A los colaboradores, le basta con disciplinarlos. Para no entrar en la temible categoría de los enemigos, muchos colaboradores doblan entonces de antemano sus rodillas. Es que, situados en una corte donde prevalecen el miedo y la codicia, han descubierto las oscuras ventajas de la humillación.
domingo, 5 de octubre de 2008
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