1) Pronuncie discursos violentos contra distintos actores sociales. Muestre que la retórica del enfrentamiento constante es necesaria y patriótica. Convierta, todo el tiempo, a los simples adversarios en imperdonables enemigos.
2) Aliente la toma de colegios y puentes, salude las presiones sindicales, celebre las ocurrencias piqueteras. Haga la vista gorda o directamente festeje irregularidades callejeras, como el copamiento de una comisaría, boicots y bloqueos contra empresas o cortes permanentes de rutas.
3) Ocúpese de exaltar a los jóvenes revolucionarios de los 70. Borre los salvajismos humanos, políticos y militares que perpetraron y conviértalos en héroes. Proteja a terroristas extranjeros acusados de asesinar, en democracia, a políticos de su país. Asóciese con un sector de las Madres de Plaza de Mayo que reivindica expresamente la lucha armada, el atentado del 11 de Septiembre y a ETA.
4) Monte un dispositivo mediático que burle, desacredite e injurie a las personas que se atrevan a criticar a su gobierno. Caliente la pava. Y use la AFIP y la SIDE para perseguir disidentes.
5) Convierta al ortodoxo líder de la CGT en un Frankenstein todopoderoso que cultive la cultura de la prepotencia y el apriete. Deje que amenace, en nombre de la patria sindical, con hacerle la vida imposible a cualquier eventual alternancia política de la democracia.
6) Promueva, como lo sugieren los teóricos populistas, una política transversal de la división y fogonee el odio de unos contra otros.
7) Practique la alta inflación, que trae miseria, produce nervios y aviva la puja gremial hasta niveles supremos.
Si usted cumple con estos siete puntos despreocúpese: su país será un polvorín. Lo único que debe hacer ahora es echarles la culpa a otros y gobernar sobre las cenizas.
sábado, 23 de octubre de 2010
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1 comentario:
debo decir que yo pensé exactamente lo mismo¡¡
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