jueves, 7 de octubre de 2010

A proposito del Nuevo Nobel de literatura y los Kirchner…

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Crisis del capitalismo? Sí, es verdad, en los últimos años el poderoso sistema capitalista, tan denostado y tan extendido al mismo tiempo, que parecía indestructible, pareció derrumbarse a escala planetaria, no por acción de sus viejos enemigos, los comunistas y los socialistas radicales, sino por efecto de lo que el profeta Marx llamaba sus "contradicciones internas", es decir, la corrupción e irresponsabilidad de sus banqueros, financistas, empresarios, especuladores, estafadores y piratas, que, enceguecidos por la fiebre del lucro y la voracidad crematística, fueron empujándolo hacia el abismo, donde terminó por rodar y hacerse trizas (bueno, casi).

Ahora bien, hubo algunas excepciones a la regla, felizmente, que dejan entrever una esperanza para la supervivencia del sistema, es decir, para su recuperación sobre bases más firmes y exitosas. Tomemos, como ejemplo, a dos capitalistas ejemplares, que no sólo sortearon felizmente la crisis que descuajeringaba a sus colegas sino que, en estos tiempos de tragedia y quebranto, consiguieron multiplicar siete veces su capital. ¿De quiénes hablo? De los esposos Néstor Kirchner y Cristina Fernández, por supuesto. El ex presidente de la Argentina y su sucesora, la actual mandataria, eran poseedores en el año 2003 de un patrimonio, que ellos presentaron en su declaración jurada, y que la Oficina Anticorrupción, dependiente del Ministerio de Justicia, evaluó en el equivalente de un 1.200.000 euros de la época. En el año 2007, cuando la señora Kirchner ocupó la Casa Rosada, este capital se había casi triplicado, hasta alcanzar unos 3.200.000 euros. Pero fue en diciembre de 2008 cuando dio un salto espectacular y en sólo 12 meses alcanzó la cifra (vertiginosa para cualquier bípedo común y corriente) de 8.500.000 euros.

El mérito de los esposos Kirchner es tanto mayor si se tiene en cuenta que, a ellos, a juzgar por los discursos con que suelen hipnotizar a los electores que los llevaron al poder y que he tenido la ocasión de padecer, el capitalismo no les gusta nada. Más todavía, son sus encarnizados adversarios. Y abominan de él porque lo consideran explotador, egoísta, abusivo y corruptor. Sus verdaderos amigos y afines son gentes como el comandante Hugo Chávez de Venezuela o el comandante Daniel Ortega de Nicaragua, con quienes a menudo se estrechan en efusivos abrazos y profetizan la próxima derrota del imperialismo. Sus corazones son de izquierda (sólo sus bolsillos y los vestidos de doña Cristina son de derecha) y por eso a muchos capitalistas, durante sus dos gobiernos, además de injuriarlos, les han hecho pasar muy malos ratos, nacionalizándolos, abrumándolos con regulaciones y nuevos impuestos, al extremo de que la fuga de capitales en Argentina, según un despacho de la Agencia EFE del día 2 de agosto, alcanzó sólo en el primer semestre de este año los 7.860 millones de euros. Las cifras proceden del Banco Central, una institución según la cual, desde que comenzó la crisis financiera, unos 30.300 millones de euros en ahorros de argentinos escaparon al exterior o fueron escondidos en cajas de seguridad o bajo el colchón.

Quizás ésta sea la explicación del enredo: la benemérita pareja no se ha hecho rica por codicia ni muchísimo menos sino para dar una lección ideológica práctica a su pueblo. Su conducta responde a un propósito laberíntico, semejante a esas deslumbrantes y sutiles construcciones intelectuales de los cuentos de su compatriota Jorge Luis Borges. Un propósito altruista y pedagógico destinado a mostrar, en carne viva, inmolándose en el intento, lo sucio y pestilente que es el sistema capitalista, pues permite a un par de políticos del común volverse millonarios en un plazo brevísimo, pese a las inclemencias y zozobras que vive su país, mientras millones de argentinos se empobrecían, los agricultores se sentían amenazados, las empresas quebraban y los ahorristas veían cómo la inflación volatilizaba las reservas con que esperaban afrontar la vejez. Héroes y mártires del capitalismo, pues. ¡Flor de pareja!

( nota completa ACA)

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