Articulo visto aca
( es un poco largo. Si sos pajero, aunque sea lee lo que esta en rojo. Si despues de leer lo que esta en rojo , no te dan ganas de leer todo el articulo , es porque sos socialista)
El Socialismo siempre parece tener una ventaja de difusión sobre el capitalismo. Esto no es sorprendente, porque el socialismo es una noción profundamente romántica: Un sueño peligrosamente seductor de prosperidad en función de la justicia, en el que los sabios redistribuyen las ganancias de los malvados para así cuidar de los necesitados. Las promesas del socialismo son tan tentadoras que cualquier cuestionamiento sobre su pobre performance es rechazado como grosero. Es una filosofía infantil, y, como cualquier niño equivocado, recibe un caudal ilimitado de perdón y segundas oportunidades.
El capitalismo raramente goza de tan maravillosa publicidad. Para el académico parece vulgar, mientras que el político halaga a sus votantes prometiéndoles que podrán elevarse por encima del burdo materialismo… poniendo las preocupaciones materiales en manos de los políticos.
Deberíamos ser más vigorosos en declarar nuestro amor por el capitalismo. Debería ser un amor maduro. Librado a su propia dinámica, el libre mercado no gasta energía apuntalando la producción de bienes no deseados solo por razones sentimentales… o porque los productores de dichos bienes tienen el suficiente poder político para extraer subsidios del bolsillo del público.
La emoción es una terrible guía para la asignación de recursos. La herramienta esencial para atacar desastres o pobreza es la riqueza, que es creada por transacciones entre los ciudadanos. El dinero es la herramienta que hace nuestro tiempo valioso a los demás. Una nación rica puede darse el lujo de velar por los desafortunados y desarrollar bienes que hagan mejor la vida de todos. La “desalmada” eficiencia del capitalismo es la mejor manera de coordinar nuestras capacidades y recursos, produciendo la fuente de valor que a todos nos nutre.
El capitalismo merece alabanzas por ser despiadado. Uno de los fundamentales delirios de la Izquierda es creer que la creación de riqueza es fácil. Muchos políticos no han administrado jamás un emprendimiento económico en el sector privado. No aprecian cuanto duro esfuerzo toma construir una empresa rentable, o cuantas decisiones difíciles deben tomarse a lo largo del camino. La habilidad de aislarse a si mismos de la responsabilidad es una de las habilidades primarias de la clase política. La capacidad para desprender dicha aislación es un atributo clave en la administración de empresas exitosa. Las difíciles batallas de empresa dejan algunos competidores rotos en el campo, pero producen incontables victorias para los consumidores.
Finalmente, el capitalismo debería ser apreciado por su ambición, que el socialismo falsamente clasifica como “codicia”. Codicia implica tomar riquezas de otros. Eso es lo que los socialistas hacen… y no debería escapar a la vista que los personajes más importantes en un gobierno socialista llevan estilos de vida de gran lujo, aun cuando gobiernan naciones atrapadas en la pobreza más desesperada.
La ambición es hambre de posibilidades, compartido por trabajadores de todo nivel y empresarios por igual. Somos ricos cuando un banquete de posibilidades es servido ante nosotros. El Estado omnipresente representa la disolución de la posibilidad. Está definido por lo que le dice al pueblo que debe hacer, o lo que no puede hacer. Impuestos compulsivos, cobrados para financiar beneficios obligatorios, reducen tus opciones para invertir el resultado de tu trabajo.
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