1) La Presidenta ha puesto, por fin, una condición resolutoria a esa meta de gobierno que es la reducción definitiva de la sangrienta ola de delincuencia juvenil. Cristina Kirchner, días atrás, en uno de sus cotidianos discursos, esta vez con motivo de la inauguración de un jardín de infantes en el partido de Morón, aseguró que los graves hechos de violencia cometidos por menores disminuirán "cuando todos vivamos en hermosas casas y tengamos estudiando a nuestros hijos". Por lo dicho, antes de que esto suceda, no.
Hasta tanto todos los argentinos no dispongamos de "hermosas casas", tendremos que acostumbrarnos a convivir o, mejor dicho, a sobrevivir en medio de una delincuencia violenta y cada vez más generalizada. Así se nos ha dicho.
2)"Escuchando al presidente electo del país y de la economía más importante del mundo ( por Barack Obama) , hablando de los planes para la crisis y decir que hay que reconstruir escuelas, caminos y viviendas, me parecía escuchar al Kirchner de 2003 cuando recorría la provincia de Buenos Aires", señaló la presidenta.
No es bueno engañar a la gente ni, en un alarde de imaginación, comparar al presidente electo de un país que honra las instituciones y pretende crear empleo por medio de la actividad privada con otro que, con fenomenal discrecionalidad, hizo y deshizo a su antojo con los fondos públicos, incluidos los de la provincia de Santa Cruz, atado al tren del aumento de los precios internacionales de nuestras materias primas hasta hace pocos meses.
De ahí que la comparación que quiso trazar la Presidenta entre un mandatario en las sombras, como su marido, y un mandatario entrante, como Obama, no tiene razón de ser.
El culto a la personalidad suele crear espejismos o, como en la comparación entre Kirchner y Obama, groseras confusiones entre lo que no fue y lo que, en principio, tampoco será.
Hasta tanto todos los argentinos no dispongamos de "hermosas casas", tendremos que acostumbrarnos a convivir o, mejor dicho, a sobrevivir en medio de una delincuencia violenta y cada vez más generalizada. Así se nos ha dicho.
2)"Escuchando al presidente electo del país y de la economía más importante del mundo ( por Barack Obama) , hablando de los planes para la crisis y decir que hay que reconstruir escuelas, caminos y viviendas, me parecía escuchar al Kirchner de 2003 cuando recorría la provincia de Buenos Aires", señaló la presidenta.
No es bueno engañar a la gente ni, en un alarde de imaginación, comparar al presidente electo de un país que honra las instituciones y pretende crear empleo por medio de la actividad privada con otro que, con fenomenal discrecionalidad, hizo y deshizo a su antojo con los fondos públicos, incluidos los de la provincia de Santa Cruz, atado al tren del aumento de los precios internacionales de nuestras materias primas hasta hace pocos meses.
De ahí que la comparación que quiso trazar la Presidenta entre un mandatario en las sombras, como su marido, y un mandatario entrante, como Obama, no tiene razón de ser.
El culto a la personalidad suele crear espejismos o, como en la comparación entre Kirchner y Obama, groseras confusiones entre lo que no fue y lo que, en principio, tampoco será.
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