Caso imponente de obsecuencia pastosa, el político bonaerense supera todos los records de edulcorada postración a la jefa, testimonio de una manera de gestionar caracterizada por el sometimiento más impresionante a la conducción vertical.
Cada 66 palabras, una venia solemne a la Presidenta no es solo un record penoso; permite visualizar que se necesita en la Argentina desde mayo de 2003 para ser ministro de los Kirchner.
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